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Sillas de oficina para casa: cómo elegir (ergonómicamente)
Normalmente no nos piden opinión cuando la empresa decide cambiar el mobiliario, de manera que tiene poco sentido plantearse la pregunta de cómo elegimos una buena silla de oficina desde un punto de vista ergonómico. Desgraciadamente, el gerente o el responsable de compras tampoco se preocupa (o al menos no es consciente) de que la silla es un elemento de trabajo muy importante para la salud del trabajador y para su productividad. Y no es por falta de medios, ya que los servicios de prevención ajenos que suelen tener las empresas cuentan con técnicos de prevención con formación en ergonomía. De todas formas, por si algún responsable de comprar sillas de oficina lee este post, aquí encontrará una publicación del IBV sobre el tema. Aunque ya tiene unos años, los fundamentos ergonómicos sobre los que se escribió siguen siendo válidos en general.
A pesar de lo anterior, muchos tenemos en casa un pequeño despacho o, al menos, un rincón para el ordenador. Y a veces pasamos muchas horas navegando, jugando o revisando papeles. También es frecuente que nuestros hijos, sobre todo en la etapa del bachillerato, la FP o la Universidad se pasen muchas horas sentados en sus cuartos estudiando. En todas estas situaciones sí que tenemos la posibilidad (y la responsabilidad) de elegir una buena silla de oficina. Evidentemente, cada uno tiene su presupuesto y el tipo de material y la calidad de los acabados encarecerán más o menos el producto final. Aunque probablemente te tendrás que olvidar de la silla de 90 € que publicitan en el catálogo comercial que encontraste en el buzón, no es imposible comprar una buena silla de oficina a un precio razonable.
La silla de oficina es un soporte del cuerpo para la postura sentada durante la ejecución de una serie de tareas. Teniendo esto presente, lo que deberíamos pedirle a una buena silla desde el punto de vista ergonómico es:
- Que se ajuste a las dimensiones corporales del usuario (o de los usuarios). Cuando estamos sentados realizando las tareas, la espalda debe poder apoyarse bien en el respaldo, sobre todo en la zona lumbar y los pies deben poder apoyarse firmemente en el suelo. Debe haber al menos un hueco de dos centímetros entre el borde delantero de la silla y la parte posterior de tus rodillas. Si tiene reposabrazos, éstos no deben impedir que la silla se acerque a la mesa hasta que podamos apoyar completamente los antebrazos. La solución ideal sería que cada persona tuviera una silla personalizada según su antropometría. Como eso no sería económico para la mayoría de las personas, en la práctica se opta por la presencia de regulaciones. Una buena silla de oficina tiene regulación de altura del asiento, de altura del apoyo lumbar de la tensión de basculación (lo duro o blando que es el movimiento del asiento y del respaldo), de la profundidad del asiento y de la altura de los reposabrazos.
- Que el contacto del cuerpo con el asiento y el respaldo no sea excesivamente mullido ni excesivamente duro. En el primer caso, el cuerpo queda “empotrado” en los materiales (normalmente, espumas y textiles) y se dificulta la movilidad además de aumentar el área de contacto con lo que el calor se elimina con más dificultad. En el segundo caso, determinadas zonas sobre todo en los muslos pueden estar sometidas a presiones excesivas que produzca molestias o entumecimiento.
- Que facilite al máximo la movilidad, tanto durante el uso de la silla como al sentarse y levantarse. Para esto último es requisito imprescindible que el asiento sea giratorio y que la base tenga ruedas (normalmente sobre 5 apoyos para garantizar la estabilidad). Para lo primero, es crítico que el asiento y el respaldo puedan girar y que el mecanismo sea sincronizado. Esto quiere decir que, por cada grado que se incline el asiento el respaldo tiene que inclinarse una serie de grados (entre 4º y 6º, según los expertos). Esto se basa en la forma en la que nuestra columna vertebral va girando cuando inclinamos el cuerpo hacia atrás cuando estamos sentados. Un buen sincro hará que la zona lumbar de nuestra espalda siempre esté en contacto con el apoyo lumbar.
Pero, ¿cómo sé yo todo esto cuando voy a comprar? Pues muy sencillo. Si haces la compra por internet, asegúrate de que el vendedor te incluye una descripción que recoja los requisitos que hemos puesto más arriba y haz tus pruebas en casa para ver si la silla te va a venir bien para tus dimensiones corporales o no. El resultado no será 100% exacto, pero si no pueden decirte si la silla lleva sincro o el rango de regulación de altura del asiento, difícilmente quien la vende se ha parado a exigirle al fabricante unos mínimos de ergonomía. Y si puedes ir a la tienda a elegir tu silla para tu “oficina en casa”, es tan fácil como pedirle al vendedor que te la ajuste y que te la deje probar un rato frente a una mesa que tenga una altura parecida a la que tienes en casa. El criterio para saber si es buena es sencillo: simula que trabajas y observa si lo haces cómodamente con los pies en el suelo, la espalda bien soportada a nivel lumbar (que se note apoyo ahí, pero sin pasarse) y que puedas meter dos dedos entre el borde delantero del asiento y tus piernas. Si después de 5-10 minutos sentado no tienes molestias en las nalgas o en la espalda y no tienes la sensación de estar encajado, probablemente el acolchado será adecuado.
Y lo mejor es comprar sillas de oficina que hayan sido evaluadas, contando con usuarios, por entidades independientes y de prestigio como el IBV. No son muchas las marcas que lo hacen, pero si las buscas las puedes encontrar.